Saturday, September 10, 2011

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Sueños y mitos

Vanesa Guerra


1- Introducción

2 - Aquí termina nuestra prosaica prolijidad

3- Bibliografía y notas 




Los dioses que traicionas/
ni existen, ni perdonan
(Luis Benítez)



En el principio fueron los sueños...

Sigmund Freud

En Noviembre de 1899 Freud termina de escribir «La interpretación de los sueños» («Die Traumdeutung»). La consideró su obra más importante, pese a que los seis años posteriores de su publicación sólo fueron vendidos 351 ejemplares junto con la total displicencia del mundo frente a aquel tratado. Así lo cuenta James Strachey, un caro traductor.

El descubrimiento Freudiano -o tal vez el mejor artificio del psicoanálisis- produjo una ruptura en relación al saber popular de entonces plasmado de indiferencia y misticismo. Sigmund Freud, fue y volvió muchas veces a esta obra fundamental. Reescritos y notas al pie, develan la preocupación siempre viva de aquel investigador que consideró a los sueños como el camino privilegiado para acceder a lo más íntimo del alma humana: ¿Qué es el hombre? ¿Qué lo habita? ¿Qué lo impulsa? ¿Qué lo detiene? ¿Qué lo enferma?


El lado oscuro de la luna...

Historia:

Dioses y sueños
Durante mucho tiempo, el acto de soñar se concibió como un acercamiento de los dioses a los mortales. Las creencias sostenían que cada sueño manifestaba cierto mensaje divino que el hombre debía descifrar para comprender los deseos de alguna divinidad que expresaba su voluntad a través de vagos y extraños símbolos. No había por qué culparlos, los dioses no tenían por qué hablar de la misma manera que los humanos. Para eso eran dioses, para diferenciarse.

Ese era el estado de cosas: los dioses se la pasaban sorprendiendo a los humanos mientras dormían, susurrándoles por las noches una lengua extravagante que sólo algunos pocos eran aptos de traducir.


Oráculos y adivinos

Esos pocos eran una suerte de elegidos divinos, enlazados con una sabiduría legada de algún dios; cuestión que sin más, los ubicaba en un plano social diferente. Así, los oráculos, chamanes y sacerdotes, fueron los encargados en esta tarea tan importante e imposible.

Aquí va un ejemplo:

Faraón tuvo este sueño:

...Estaba parado a la orilla del Nilo, cuando de pronto vi que salían del río siete vacas hermosas y muy gordas, que se pusieron a pastar entre los juncos. Pero detrás de ellas, salieron otras siete vacas feas y flacas como nunca he visto en Egipto, y las siete vacas flacas y feas se comieron a las siete vacas gordas, que entraron es su vientre sin que se notara, porque siguieron tan flacas y feas como antes. Entonces me desperté. Vi también en mi sueño siete espigas llenas y granadas que salían de un solo tallo. Pero siete espigas secas y vanas y quemadas por el viento, brotaban detrás de ellas. Las espigas vanas se tragaron a las espigas hermosas. Se lo he contado a los adivinos y nadie me lo ha podido explicar»

Según se cuenta en el Génesis, se lo llamó a José para descifrar el sueño.

Y José, ante el pedido, respondió:

«No soy yo, es Dios quien te dará una respuesta favorable. Tu sueño, Señor, es uno solo. Dios te ha anunciado lo que él va a hacer. Las siete vacas hermosas, al igual que las siete espigas granadas, son siete años de abundancia. Las siete vacas feas y raquíticas, que salieron detrás, al igual que las siete espigas vanas y quemadas por el viento del este, son siete años de hambre. esto es lo que puedo decirle a Faraón y que Dios ha querido mostrarle. Vendrán siete años en que habrá de todo en abundancia en Egipto, pero en seguida, vendrán siete años de escasez que harán olvidar toda la abundancia anterior del país y que lo agotarán... si el sueño se te presentó dos veces, esto quiere decir que Dios está muy decido a realizar estas cosas que pronto cumplirá»

(Génesis 41)

José, en el Génesis, tiene un lugar de suma importancia. En realidad, es el penúltimo hijo de Jacob -hijo de la vejez y por ello muy amado- y todo indica que los sueños que este joven tenía, no eran arbitrarios, sino por el contrario, respondían a los planes divinos.

Así, a través de José, de acuerdo a los relatos bíblicos, Dios salvará del hambre a toda su familia. Por lo tanto, José era un medio entre Dios y los hombres, alguien capaz de comprender el lenguaje sagrado, motivo por el cual, le imploraron la explicación del sueño del Faraón.

Tales cuestiones nos permiten pensar que los sueños siempre ocuparon un lugar distinto. Teñidos y supuestos de sabidurías ajenas al orden netamente humano, pertenecieron a un mundo sacro y místico, convirtiéndose de esa forma en utensilios de adivinos y profetas como coartada privilegiada para acercarse y comprender a las divinidades o seres del más allá.

Los sueños han tenido desde entonces el estatuto de mensajes.

Rupturas freudianas

La idea principal del descubrimiento freudiano, radica en que el sueño es un cumplimiento de deseo.

Acaso, ¿saber de los dioses pone en juego el deseo?

El psicoanálisis freudiano planteó que los sueños tenían sentido y por ende respondían a una lógica. Esta nueva concepción del sueño generó en el ambiente académico ciertas molestias. El contexto científico de la época barajaba teorías bastante alejadas de una posible conexión con entidades divinas; para la mayoría de los estudiosos, la actividad onírica era una suerte de imbecilidad que acontecía en el ser humano mientras descansaba. Algo parecido al atontamiento. Así, la actividad anímica, se encontraba absolutamente paralizada durante los sueños y respondía a una cuestión meramente fisiológica: el dormir.

Por lo tanto, para el campo del saber, las imágenes oníricas carecían de sentido y obviamente de lógica. Suponer, entonces, que el sueño se debía a algún sentido, era la marca insoslayable que dejaba, en tanto precedente, al hombre relacionado con la estupidez. La ciencia no avalaría tal cosa; mejor dejar al hombre bien parado frente a la magna razón.

Pero como suele ocurrir, hubo quienes plantearon cuestiones más arriesgadas:

El pensamiento inconcluso

«Casi nunca podemos explicarnos los sueños, porque sus causas son justamente las impresiones de la víspera sobre las cuales el soñante no alcanzó un conocimiento suficiente... Un hombre a quien se le quitase la facultad de soñar, sufriría una perturbación mental en breve tiempo, porque en su cerebro se acumularía una multitud de pensamientos inconclusos, no elaborados, y de impresiones fútiles bajo cuyo peso quedaría ahogado aquello que él debería incorporar a su memoria como un todo acabado»

(El texto es de Robert, lo presenta en 1886 y Freud lo cita en «La interpretación de los sueños»)

Tal vez , lo más importante, es que Robert marca una diferencia entre el acto de dormir y el de soñar, delineando en esta idea un campo fisiológico y otro psíquico. Sin embargo, Freud sostiene que Robert, no considera al sueño como un proceso totalmente psíquico. No obstante, creo, le da a Freud un buen pie.

Mitos y sueños

Parafraseando a Robert, se podría decir que se sueña porque siempre hay un todo no acabado. Artilugio práctico, que nos permite enlazar el lugar del sueño, al lugar que ocupan los mitos.

De manera, que el primer mensaje que porta un sueño es: no hay Todo, no hay Absoluto; aunque se intente reconstruirlo a través de esta extraña formación psíquica, el hombre seguirá soñando y soñando.

Robert, habrá pensado que nos completábamos soñando. Tan bonito que parece Ingenuo. No obstante, el propósito onírico fue comprendido por el autor: se sueña porque algo falta.

Borges
Las palabras nunca dicen Todo.

Para Borges, las voces humanas se encuentran infinitamente lejos de la posibilidad de enunciar todo, El Todo.

«... Consideré, que aún en los lenguajes humanos no hay proposición que no implique el universo entero; decir el tigre es decir los tigres que lo engendraron, los ciervos y tortugas que devoró, el pasto de que se alimentaron los ciervos, la tierra que fue madre del pasto, el cielo que dio luz a la tierra. Consideré que en el lenguaje de un dios toda palabra enunciaría esa infinita concatenación de los hechos, y no de un modo implícito, sino explícito, y no de un modo progresivo, sino inmediato. Con el tiempo, la noción de una sentencia divina parecióme pueril o blasfematoria. Un dios, reflexioné, sólo debe decir una palabra y con ella la plenitud. Ninguna voz articulada por él puede ser inferior al universo o menos que la suma del tiempo. Sombras o simulacros de esa voz que equivale a un lenguaje y a cuanto puede comprender un lenguaje son las ambiciosas y pobres voces humanas, todo , mundo, universo...»

(fragmento de « La escritura del dios» J. L .Borges)

Los sueños son relatos agujereados, imprecisos, denuncias de algo que falta. Falta que ninguna voz y ninguna imagen podría abarcar o nombrar. Testimonian lo innombrable. Pues toda palabra presenta y soporta grietas.

Dime qué sueñas
y te diré quién eres.

¿Quién eres cuándo sueñas?...¿Y si fuésemos solamente el sueño de un dios?

« No has despertado a la vigilia, sino a un sueño anterior. Ese sueño está dentro de otro, y así hasta lo infinito...» (J.L.B.)

Si aún «somos» mientras soñamos, -terrible decepción para el «Yo Soy», Borges estaría en lo cierto: La vida es sueño. Claro, que no al modo de Calderón de La Barca, sino en tanto que la realidad es una ficción inevitable que cada quien arma frente a la vida.

La afirmación: «El sueño es un cumplimiento de deseo» no es una frase para tomar a la ligera. Por cierto, en ella se condensa el pensamiento freudiano.

El sueño como cumplimiento de deseo, implica, la subjetividad histórica de alguien representada en el film onírico. Pues, si el sueño se enlaza con y por el deseo, la historia de las carencias y las postas que el mismo haya realizado se presentificará irremediablemente.

Por lo pronto, esta afirmación requiere algunas aclaraciones: será necesario situar en qué contexto Freud hablaba de «cumplimiento» de deseo y a qué se refería cuando apostaba a esta idea. Para comenzar, trazaremos una conocida diferencia que los psicoanalistas han elaborado entre deseo y anhelo.

Anhelo es del orden de lo conocido, esto significa que puede devenir conciente, significa que el yo puede tener noticia de ello; por ejemplo: «anhelo ser arquitecto, anhelo tener un auto.. .yo sé lo que quiero, pero no lo tengo».

En general, ambos términos se utilizan de igual manera, pero en psicoanálisis hay una estricta diferencia. Freud va a remarcar que el sueño es un cumplimiento de deseo infantil, sexual, reprimido, al que sólo podemos llegar a partir de las asociaciones libres del paciente que posibilitarán la interpretación. El sueño no es un anhelo. El deseo, en el sueño, se presenta de tal manera que el yo desconoce qué falta.

Las anteriores características que figuran en negrita, aclaran que Sigmund Freud está considerando al deseo en toda su magnitud: La historia subjetiva, las marcas de infancia, las carencias de respuestas: origen- sexualidad- muerte, los mitos, las ficciones, los ideales, los dioses, el padre de los pueblos y la angustia. ¡Vaya diferencia! (1)

Para Freud, el deseo articula todos estos elementos. Esto significa que para comprender qué es un sueño, o mejor dicho, para comprender por cuales elementos somos soñados debemos estar dispuestos a mirar más allá de las imágenes que la película-sueño impone; y por cierto, allí existe un largo relato a escuchar, puesto que cada imagen tiene su historia. Ya no basta con observarlas: estas imágenes hablan, no es lo mismo.

Es por eso que Freud dice: pídanle a los pacientes que asocien, que para ser francos, no fue una invención freudiana sino el pedido de una paciente que propuso algo así como ¡Doctor, déjeme hablar! Podríamos agregar: -mi malestar me hace hablar, el sueño no termina cuando abro los ojos y se lo cuento.-

Esto es: si los sueños compulsan a hablar al soñante, significa que el sueño como formación psíquica está absolutamente enlazado con la vida anímica de cada sujeto, incluso determinado por ella.

En principio, diremos que asociando ideas y ocurrencias, (por medio de esas incompletas , ambiciosas y pobres voces humanas), hallaríamos el camino para develar el deseo que dio origen al sueño .

La asociación libre:
un nexo.
Esos enlaces son los que marcan un camino, una vía de acceso a aquello que el sueño desde sus imágenes no nos muestra a las claras.

Ahora bien, ¿Por qué son posibles esos enlaces?

En principio dijimos que eran posibles porque el sueño formaba parte de nuestra vida anímica; pero para ser más exactos plantearemos que el sueño, como mensaje, comunica a través de medios inapropiados un pensamiento. Convengamos, como dice Freud, que el sueño no es una manifestación social.

Entonces, vale la pregunta: ¿Por qué una manifestación de pensamientos se ha plasmado, vía sueño, en una formación harto incomprensible? ¿Por qué no lo muestra a las claras?

« El primer paso será afianzar nuestra novedosa postura frente al problema del sueño, introduciendo dos nuevos conceptos: A lo que se ha denominado sueño lo llamamos texto del sueño o sueño manifiesto y a lo que por así decir conjeturamos tras el sueño, pensamientos oníricos latentes...»

(Freud. Conferencia 29, 1932)

Parece, entonces, que los pensamientos en el terreno onírico se manifiestan bajo un lenguaje ininteligible. No obstante, el sueño dá que hablar y cuando alguien ofrece las ocurrencias que aquellas imágenes producen, lo que aparece son recuerdos, preocupaciones, reflexiones, ideales, etc... Esta información que brinda el soñante fue denominada por Freud «Asociación libre» y opera como nexo entre el sueño manifiesto y los pensamientos inconcientes o el deseo que le ha dado causa. Así, comprendemos que el texto onírico aparece como una selección abreviada de las asociaciones y sus elementos, como los representantes de una multitud, surgidos de una elección.(S.F.)

El comprimido onírico

El sueño ha realizado un trabajo de abreviación y representación, ha sustituido ideas y pensamientos y los ha reemplazado por formaciones psíquicas -imágenes de todo tipo- que los contienen. El sueño es un comprimido de pensamientos.

Cuando el paciente asocia sobre su sueño, todos los elementos condesados en el contenido manifiesto aparecen y el soñante puede reconocerlos como propios o posibles. Pero, si es así ¿por qué necesitaron ocultarse en rarezas?

En la medida que el paciente asocia, el analista reconstruye el sueño; esto significa que reconstruye el relato del sueño, interviene sobre el texto onírico a través de indicaciones o señalamientos, sobre la base de los nexos que el paciente aportó. No obstante, la asociación en algún momento se detiene: «no se me ocurre nada», o quizás el soñante exprese que se ha olvidado de lo que sigue, o también considere que toda la empresa es una verdadera tontería...

¿Qué sucede entonces?

La resistencia

De la misma manera que nos preguntamos por lo absurdo que propone el texto onírico, podemos extraer de este interrogante una oportuna afirmación: si el texto es absurdo e incompresible deberá sus razones a la siguiente causa: el sueño se resiste a ser claro. Pues si en las asociaciones se presentan baches, lagunas, malestar, efectivamente, tales elementos no pudieron quedar excluidos del trabajo onírico. Así la resistencia que aparece en las asociaciones será tomada como si fuese una asociación más, otro tipo de nexo, en resumidas cuentas: la resistencia a expresar el mensaje, también ha formado parte de la creación del sueño.

Freud lo plantea de esta manera:

«... el trabajo de la interpretación del sueño se realiza contra una resistencia cuya magnitud varía desde lo imperceptible hasta lo insuperable. En el curso del trabajo, es imposible pasar por alto las exteriorizaciones de esa resistencia. En muchos lugares las asociaciones se brindan sin vacilación alguna y ya la primera o la segunda ocurrencia traen el esclarecimiento. En otras, el paciente se atasca y titubea antes de enunciar una asociación, y luego uno tiene que escuchar una larga cadena de ocurrencias antes de conseguir algo utilizable para la comprensión del sueño. Con derecho consideramos más intensa la resistencia cuanto más larga y sinuosa es la cadena de asociaciones. También en el olvido registramos esa misma influencia.(...) Inferimos que la resistencia que notamos en el curso de nuestro trabajo de interpretación tiene que haber participado también en la génesis del sueño...»

(Revisión de la doctrina de los sueños, 1932.S.F)

La resistencia detiene la asociación libre o la multiplica. Por lo tanto, atenta contra el trabajo de interpretación. Se percibe en el relato que el paciente presenta de su sueño, es aquel momento en donde el discurso se interrumpe: el soñante ya no sabe qué decir y vacila.

Cuando sostenemos que se la puede tomar como si fuera una asociación más, lo decimos en el sentido que en todo soñante se registra este fenómeno y que nos aporta un dato importantísimo en relación a la formación del sueño. ¿Qué es la resistencia? El indicio más seguro de un conflicto. Tiene que haber ahí una fuerza que quiera expresar algo y otra que no se avenga a permitir esa exteriorización. (SF)

De modo tal, que aquello que no permite la exteriorización del mensaje onírico pone en marcha el verdadero trabajo del sueño que deja un producto atemperado, desfigurado y vuelto irreconocible (SF). Aquello que resiste a la expresión Freud lo nomina «El censor del sueño» o «censura».

deseo
expresión >>>>>>>>>> resistencia<<<<<<<<<<<<<< censura

mensaje trabajo del sueño
sueño

Es por ello que muchos analistas plantean que la resistencia es una suerte de brújula: marca un terreno conflictivo en el cual fuerzas opuestas se debaten. Podríamos considerar que a mayor resistencia, mayor conflictiva. Interpretar significa en este caso develar el «conflicto» por el cual un paciente en desconocimiento de causa, padece.

En relación a los pensamientos oníricos a los que accedemos vía asociación libre es importante señalar que gran parte de ellos son pensamientos preconcientes, es decir pensamientos o ideas que pueden ser reconocidos por el soñante. Sin embargo, la otra parte que compone el complejo de pensamientos oníricos, contiene referencias a las mociones de deseo reprimido a que debe el sueño la posibilidad de su formación. Esta materialidad diferente de pensamiento onírico tiene otro origen, un origen desconocido para el soñante: no es preconciente, no es un pensamiento que pudo pensarse durante el día, o en estado de vigilia. En realidad, se trata de un saber ajeno al conocimiento.

Freud, plantea que se trata de un pensamiento que el paciente podría vivenciar como ajeno a su persona, acaso lo rechazaría de plano: «Este único pensamiento desmentido, o mejor dicho esta única moción, es hija de la noche; pertenece a lo inconciente del que sueña y por eso la desmiente y la desestima.» Sin embargo esta moción, disfrazada por el trabajo del sueño, ha logrado pasar inadvertida a través de la censura.

Ahora estamos en mejores condiciones para explicar por qué el sueño se presenta como una rareza, materia del absurdo. Sabemos que dos fuerzas opuestas tratan de imponer su legalidad: por un lado la moción de deseo inconciente; por el otro: la censura. La moción de deseo avanza con la finalidad de expresarse, pero la censura no admite tal expresión. El producto de esta negociación es una formación de compromiso en donde la desfiguración encubre a las partes. Así, la desfiguración onírica (esa selección, abreviación y sustitución de pensamientos) se encuentra al servicio de la censura y posibilita de esta manera que la moción de deseo se exprese de modo irracional. Dirá Freud, que lo que no fue censurado se aceptó porque no decía la verdad (2). No obstante, el sueño es una formación de compromiso, cuestión que implica una negociación de las partes: la moción de deseo inconciente habrá elegido un buen disfraz para acceder de alguna forma.

La verdad de la que habla Freud, ha quedado sometida al poder que ejerce la censura. Poder que impone su propia ley: "De eso no se habla". Sin embargo, a pesar de la prohibición, insiste. En consecuencia, ha sido desfigurado, trabajado, recreado, disfrazado.

¿Y por qué de eso no se habla?

Cuando planteamos que el mensaje se resiste a ser claro, comprendimos que es la función de la censura lo que allí ha impuesto su ley.

La censura es una ley, un modo de organizar la condición humana. Esto es : de eso no se habla puesto que no hay forma de hacerlo, no hay palabras que puedan dar cuenta de ello: el intento de arribar a ese lugar mudo descompone el yo en pedacitos inciertos, pues se trata de la ley en tanto incomprendida, ley que opera como estructura fundamental organizando lo humano.

Así, en el origen de la censura ubicamos el ombligo del sueño. Ombligo, nudo entre hilachas sueltas de aquello que no nace humano. La distancia entre censura y ombligo del sueño parece muy breve. Existiría una relación en tanto que se trata de una ley que impide el goce absoluto, una caída abisal en la nada. Diríamos que esa Ley impide desanudar el ombligo: Protección, vicisitud de la pulsión de vida.

El ombligo del sueño sería otro nombre de la ley en tanto orden y límite.

Escribe Héctor Saldaña: El conocimiento de lo ignoto nos adentra en un espanto que crece a la par del saber. Conocer es llegar a una Nada que termina por aniquilarnos.)

El sueño y el ser: un nudo de origen

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-Advertencia al lector: Aquí termina nuestra prosaica prolijidad.



El ombligo del sueño

«En ese punto se deshace mi sueño,
como agua en el agua»

J.L. Borges



PLANO DE EQUIVALENCIAS:

CENSURA # OMBLIGO DEL SUEÑO# LEY MUDA INEXORABLE

Aclaramos: la equivalencia no es la igualdad, estos términos no operan como sinónimos, la equivalencia surge allí donde la palabra es imposible. La Censura aparece como límite a la verdad, a lo real; la censura acontece inexorable ante la verdad; de igual forma el ombligo del sueño. Tal vez la hipótesis que barajamos es que ambas se nutren del origen, del padre original, padre de la historia, nombre de dios, falta por excelencia.

Ombligo:

* Cicatriz, nudo. Testimonio de antigua conexión.

* Cicatriz redonda y arrugada que queda en el vientre, luego de cortarse y secarse el cordón umbilical.

Ombligo del Sueño:

«Los sueños por mejor interpretados que sean, conservan frecuentemente un punto ciego. Se alberga ahí un nudo de pensamientos que no puede ser deshecho, pero que no traería nada más al contenido del sueño. Es el ombligo del sueño, el punto que en el se vincula a lo desconocido»(...) «El deseo del sueño surge de un punto más espeso de ese tejido, como el hongo de su micelio.»

S. Freud- El olvido de los Sueños


1-

Un niño pregunta :-¿Qué hay antes de Dios? (Padre: te pregunto para que sepas que te amo)
El adulto responde: -Nada
-¿No tiene padres? ( el niño busca una respuesta, “Nada” no es una respuesta. El adulto, entonces, no lo ama)
-No, El es el padre de todas las cosas.
-Pero ¿qué había antes de dios?
-¿Antes de aquel que ha creado todas las cosas?... Nada. Con él comenzaron las cosas.
-Entonces, dios apareció en ese momento, cuando las creó se creó a él.
-No, él existió siempre.
(Lo que sigue es un niño neurótico).

El hombre-niño necesita pensar un origen de filiaciones. Tal vez su consistencia no sea sino la de la ficción.

¿Qué hay antes del ombligo del sueño? Pedacitos, hilachas, cabos sueltos.

El ombligo del sueño da cuenta del origen apalabrado, por ello es un nudo.

A partir de ese momento, las palabras crean el mundo. El ombligo del sueño reedita esa instancia, una instancia fronteriza: Imágenes-palabras .

¿Un padre que no tiene padres es un padre? No.

Entonces dios es guacho. No porque los haya perdido, simplemente no los tuvo. No es humano.

Sólo un humano puede inventar algo así.

El origen de la vida es mucho más enigmático que la muerte o el perecer.


2-
Ombligo del sueño y origen :

-¿Que hay antes del Padre?
Antes del Padre hay nada. El ombligo del sueño anuda el origen. Desanudarlo sería descomponer el origen.

Dirá Lacan: Freud se refiere a ese punto de las asociaciones en que el sueño se inserta en lo desconocido, lo que llama su ombligo... y... el último término es la muerte.

Pero ¿qué muerte? No se trata de la muerte de uno, sino de la muerte pensada como respuesta a ¿Qué hayantes de Dios?.

No hay Padre para el origen, el origen acontece, no hay Dios del Dios. Tal vez sea por ello que Freud sitúa a la vida entre dos muertes y por lo visto, menos comprensible es la primera, la muerte de la que se procede. La primera está en el terreno de la nada, de la inexistencia; la segunda en el campo del vacío.

Parafraseando a Borges: en ese punto se deshace la vida, como agua en el agua.

Aquello que nos libra de lo amorfo es la posibilidad de sostener un principio creador.

Borges quiebra la idea:

La historia agrega que, antes o después de morir, se supo frente a Dios y le dijo: Yo, que tantos hombres he sido en vano, quiero ser uno y yo. La voz de Dios le contestó desde un torbellino: «Yo tampoco soy; Yo soñé el mundo como tu soñaste tu obra, mi Shakespeare, y entre las formas de mi sueño estás tu que como yo eres muchos y nadie
J.L. Borges: Everthing and nothing


-¿Si tú no eres, Yo que soy?
-Eres esto, lo más lejano de ti, lo más informe.

J. Lacan Seminario 2


3-
Retazos:


-Ombligo del sueño y formación de objeto a:

El sueño es una formación de objeto a, la creación de una realidad nueva y estrictamente local. (J D Nasio)



-Ombligo del sueño- deseo- falta:

El sueño se crea a partir de una exclusión, algo que falta; por ello justamente, se elabora y se estructura como un lenguaje.



-Ombligo del sueño -falta- nada:

El motor del sueño es el deseo, el motor del deseo la falta. La falta es un modo de humanizar la nada.



-Nudo:

Lazo que se aprieta y se cierra de tal forma que con dificultad se suelta. Cuanto más se tensa, mas se estrecha.

-El oido del sueño:

El oído del sueño permite entonces aproximarse a lo real que sería muestra de lo inaudito o lo "no reconocido" (en relación con el "Unerkannt" freudiano que representaría el "ombligo del sueño"): una materia extraordinaria y desmesurada, según Pessoa, que hay que intentar abordar gracias al acercamiento a fragmentos mínimos.

En otra etapa de su método, se trata de hacer que la sensación pase directamente a través de la inteligencia pura, a fin de esculpirla con una forma literaria:

“Si tomo una sensación cualquiera y la desarrollo hasta el momento en que, gracias a ella, puedo tejerle la realidad que denomino el bosque del sueño, o el Viaje incumplido, es sin duda para que esta prosa dé una completa exterioridad a lo que es interior, para que realice así lo irrealizable, conjugue los polos contradictorios y, al hacer exterior el sueño, le otorgue su poder máximo de sueño en estado puro.”
–Fernando Pessoa-
de La Obra del tiempo
Le poulichet, S.


4-
Retomamos:

Por cierto, es importante esclarecer que la censura no es la resistencia. A la resistencia la ubicamos en el punto donde se detiene la interpretación psicoanalítica. ¿Por qué se detiene? porque confronta al sujeto con una verdad inefable.

El quehacer del analista apuntala -de algún modo- a la moción inconciente para expresarse, y es ante este trabajo que la censura impone su propia ley, generando resistencia y fortaleciéndose.

No obstante, la función de la censura abre un interrogante: existe una verdad que no puede ser expresada, aún cuando se trata de un cumplimiento de deseo que se supone debiera generar placer.

-Pero, ¿genera placer el cumplimiento de deseo? ¿Cuál sería la consecuencia de su satisfacción?

Conocen el cuento:
El hada aparece repentina en medio de la calle e interrumpe el paso de rutinaria pareja:
-¡Pidan tres deseos!.¡Se cumplirán!
De inmediato un exquisito aroma a salchichas vienesas abraza al caballero...
-Mh... qué rico, ¡quisiera una salchicha!
El hada cumple:
-¡Una salchicha para ti!.
-¡Pero que tonto! ¡este hombre es un tonto!, gritó la esposa. ¡Que tu nariz sea una salchicha! sentenció.
Y a los fines de su misión, el hada se la convirtió.
Fláccida salchicha.
El relato logra la tensión: ¿Y ahora qué hacemos?... Una mujer arrepentida... un hombre con nariz de salchicha y un último deseo para pedir... Pues bien, dejemos todo como estaba,
- Devuélvele la nariz.

Válgales el susto ante una oferta semejante. “-¿Qué deseas, mi amo? - Qué sé yo... puedo saber qué quiero, mas que deseo?!.”.

El deseo se escabulle: no eran las salchichas, ni tampoco esa nariz, ni mucho menos -a pesar del alivio- que todo quedara en suspenso con el amargo sabor de que se trataba de otra cosa: El deseo siempre es otra cosa.

Lo inmediato responde al anhelo, aquí y ahora: el aroma a salchichas. Pero el deseo porta la historia en la palabra o por decirlo de otra manera, en el deseo se articula toda la historia de cada quien.

El deseo habla del deseo.

Savater F, toma un relato bíblico del Génesis (25,27-33), aquel en donde Esaú quedaba capturado de un plato de lentejas que prepara su hermano. Implacable fascinación. Esaú propone: Permuto derechos de primogenitura por plato de lentejas.

Entonces el autor pregunta :

«¿Eran esas lentejas lo que Esaú quería de veras o simplemente lo que le apetecía en aquel momento?»

Plantea, incluso, que aquello que determina a Esaú elegir el potaje presente y renunciar a la herencia paterna, es la sombra de la muerte o el desánimo producido por la brevedad de la vida.

Esaú esquiva el deseo allí donde esquiva su propia historia mortal. Cuestión que nos permitiría pensar que el deseo está absolutamente relacionado con la muerte en tanto la soporta de alguna forma, la arrastra en él. Ergo, se puede afirmar que el deseo existe, en tanto la muerte se presenta como límite. El deseo sólo es terreno de vida para un ser mortal. El dios eterno no desea, es pura presencia, totalidad de existir.

En el deseo, la muerte, es un elemento más. No en el sentido de desear la muerte, sino en tanto que forma parte de la vida. En otro orden, aceptar la inscripción del tiempo en la vida implica situarse más allá del presente inmediato (como figura de la totalidad), para soportar la falta de certeza en relación -si se quiere-, a que exista un mañana, en tanto representación.

Decimos con esto que la vida es una secuencia de ausencias y presencias: pequeñas vidas, pequeñas muertes. Por cierto, estamos muy lejos de sostener que primero se vive y después se muere y mucho más lejos aún de situar y reducir la muerte al último acto de alguien.

«La vida no se caracteriza por otra cosa que por su aptitud para la muerte»
J.Lacan.

La dialéctica entre la vida y la muerte está plasmada en el deseo. Mas Esaú se da por muerto, muerto en vida, es diferente. En la escena bíblica hay algo en relación al deseo que le resulta insoportable. (5a) (5b)

Pues bien, ¿qué tiene de intolerable el deseo?

Dirá Lacan:

«La vida solo sueña en morir».

¿Cómo se relaciona el deseo, la falta y la muerte?

«El deseo es una relación de ser a falta. Esta falta es, hablando con propiedad, falta de ser. No es falta de esto o de aquello, sino falta de ser por la cual el ser existe» «Es deseo de nada nombrable.»

«El ser llega a existir en función misma de esa falta. Es en función de esta falta, en la experiencia de deseo, como el ser llega a un sentimiento de sí con respecto al ser...»

Vale aclarar que esa relación no es del ser a la falta, sino falta en tanto condición de ser. El ser es hueco. De todas formas la falta no se reduce a la muerte. En todo caso la muerte sería un fallido nombre de la falta. La falta no puede nombrarse, del mismo modo que no puede nombrarse la totalidad del ser, creyendo que al nombrarla se otorgaría existencia plena.

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....... Notas intercaladas: (5a) Una reflexión de F. Dolto: “Singular especie (la humana) que en la edad adulta, no quiere evolucionar por miedo a la muerte y que teme instintivamente la vida. Por tener miedo de la muerte, nos aferramos al hecho de estar vivos por la mera conservación del cuerpo, objeto conocido, nuestra vida es mucho más que este cuerpo. Ese miedo impide la vida.”

(5b) Finalizada una furiosa tormenta marina, plantea el discípulo al maestro: ¿te haz dado cuenta que durante esta terrible tormenta no hubo entre nosotros y la muerte nada más sólido que una tabla de madera? El maestro responde: yo sabía que en el mar siempre e así. Sin embargo también me di cuenta de que aun estando en tierra firme bajo el curso normal de los acontecimientos aún hay menos entre nosotros y la muerte. (Cuento Sufi. Bayazid, siglo 9)

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5

El ombligo: Nombrar y existir

Nombrar para existir. Donde el sueño se ombliga da cuenta de una no-existencia o en todo caso de un ex-sistir.

Algo queda por fuera.

Sólo Dios puede decir: “Yo Soy, Yo Soy el que Soy, Yavé”. Sabemos que la palabra Yavé está relacionada con la voz Yavhá que significa: hacer existir. Por lo tanto, Yavé es El que hace existir: “Yo Soy el que Es”. No obstante, el nombre de Dios está (?) oculto y no puede ser revelado, nombre de poder divino, hacedor y creador según consta en las escrituras.

El humano, ser de falta por principio, innombrable, inabordable para sí mismo sostiene en su impotencia un Dios fuera de él, para que lo nombre y le otorgue existencia, bajo súplica de promesa: Reintégrame al Todo una vez finalizada la vida terrenal.

Pero... ¿Qué puede una sustancia finita comprender de su opuesto, sino sólo proyectar sus sueños de ser lo que no es ni será, en el Otro?

Cuatro siglos antes de Cristo, los israelitas dejaron de pronunciar el nombre de Yavé por respeto. Luego cambiaron en la Biblia la escritura Yavé por Jehovah. La palabra Jehováh no tenía sentido y tampoco podía proferirse; cuando el lector la descubría en el relato sagrado sabía que no debía decir Yave ni Jehovah, sino Edonah, o sea Señor.

El Nombre de Dios, Yavé, no responde al ser sino a un verbo. Acto de hacer existir. Dios da un nombre, los mortales no pueden reproducirlo, del mismo modo que no pueden ver Su Rostro y continuar vivos. Sin embargo, el nombre de Dios no es Yavé, puesto que Yavé es la respuesta a la pregunta de Moisés:

“Si voy a los hijos de Israel y les digo que el Dios de sus padres me envía a ellos; si me preguntan ¿Cuál es su nombre?, yo ¿qué les voy a responder? y Dios dijo a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Así dirás al pueblo de Israel: YO-SOY me ha enviado a ustedes. Y también les dirás: Yave, el Dios de sus padres... Este será mi nombre para siempre, y con este nombre me invocarán sus hijos y sus descendientes.”

Dios se nombra para otro, para un interlocutor que pregunta. Dios no necesita nombre, pero el hombre necesita nombrarlo. Para el hombre nombrar, es aceptar una existencia.

En una nota al pie, los traductores aclaran que en ese pasaje Dios indica el Nombre que para los israelitas expresará mejor lo que es en sí mismo. Así se entiende que Dios no necesita nombrarse, El Es.

El nombre de Dios es nombre de los nombres, el nombre de todas las cosas, es un nombre mudo, ignoto, que no nombra sino que otorga la existencia por sí mismo. El nombre de Dios es la revelación de la creación. La cifra del universo. Como el Aleph de Borges: aquel punto del espacio que contiene todos los puntos. ¿Y dónde está ese punto ?

Será por eso que los dioses pertenecen al campo del lo real, como planteara Lacan, (Seminario11- capítulo 4) A ese campo donde todo vuelve al mismo sitio y nunca ceja de repetir el intento, a pesar de no inscribirse jamás. Algo de lo eterno se reporta en el juego de lo real. Digamos el horror de lo eterno, lo siniestro en su cara mas descarnada. (ver: El inmortal. Borges)

¿Serán acaso traumáticos los dioses? Pues sí, Dios es traumático si no se lo humaniza. A Dios se lo humaniza dándole un nombre: Dios, Yavhe, Jehova, Alah (...)

El azar no le importa a Dios, sencillamente porque para Ese es impensable como categoría ; el azar es una invención humana, una nominación para el proceder del sin sentido.

6


-Aquí en el campo del sueño estas en tí.-

-Eres allí donde nada eres-

-El sueño no está en el tiempo-

J. Lacan.



Ver Borges (El hacedor, Ragnarok)



LA HIPOTESIS: EL ACTO DE SOÑAR SE REPITE NOCHE TRAS NOCHE PORQUE LO REAL NOS HABITA DIA TRAS DIA.

-Tenemos una cita a la que siempre estamos requeridos, con un real que se esconde.

J.Lacan


El sueño sería un intento de elaboración de la falta en ser.
Una puesta en escena de la relación existente entre el hombre y el ser de la carencia. La realización de deseo implica crear una realidad en la cual plasmar la particular relación inenarrable que toma la forma de una ficción.

La satisfacción no es más que dar una letra fallida a ese relato. A modo de un mito, la ficción de cada quien en el sueño.

Si de eso se puede hablar, sólo es a partir de una formación inconciente que enmudece al yo ante el ombligo del sueño. Pues allí lo presenta donde el yo se retuerce hasta la mueca más silenciosa.

Planteamos que el deseo es atemporal, y su realización de alguna manera también lo es, lo que no implica contradicción, pues lo eterno, si es que puede pensarse, respondería a la quietud del presente inmediato, lo detenido, una infinita prolongación del ahora. (Sugerimos la lectura de Robert Walser y la relación de este tema con el éxtasis del que testimonia su obra. Léase Goce.) No obstante o en cambio, el deseo se lee atemporal en tanto atraviesa los cortes del tiempo cronológico, instalando un tiempo lógico o subjetivo. Recordemos: el deseo propone siempre un movimiento, un movimiento entrecortado, un recorte, un resto, una pérdida.

El tiempo no es más que una invención humana, una ordenada seguidilla de cortes que se opone a la concepción humana de la Eternidad, una ficción de mirada sacra omnisciente-omnipresente donde el universo acontece de manera simultánea. Dios abarca toda la duración del tiempo, es la sumatoria de los tiempos sin respeto cronológico, todo ocurre a la vez, mientras naces mueres.

Lo inconciente es aquello que más se asemeja a la concepción que los humanos tenemos de Dios. La expresión de lo Inconciente, manifestada en sus formaciones, no resiste la idea de tiempo lineal, lo racional del tiempo se ha diluido y ha dado lugar a la lógica de la simultaneidad que posibilita lo que hemos llamado atemporal, sin tiempo, fuera del tiempo, otra lógica del tiempo. El tiempo sólo rige para la materia, el pensamiento es energía, sólo cuando el pensamiento asume el cuerpo, comprende la necesidad inexorable del tiempo.

Por ejemplo, en las experiencias de asensibilidad según explicara F. Doltó, «los sujetos se mantienen en agua tibia, con el cuerpo envuelto en algodón, para que no tengan ninguna percepción. Flotan, respirando por un tubo, sin ningún otro punto de referencia. Así pues, al cabo de algunas horas, la ausencia total de la imagen del cuerpo destruye las referencias de espacio y de tiempo por las cuales nuestro narcisismo se vincula a nuestra historia inconciente y conciente... Todos habían quedado profundamente atontados, como salidos de los límites del espacio y del tiempo...»

Las experiencias de asensibilidad concluyeron brindando una figura de la esquizofrenia o de la psicosis. El hombre, en ese estado, se encuentra arrojado a un puro pensamiento incorpóreo o a una inteligencia pura, incapacitada de mediatizarse simbólicamente: esto es allí no hay castración, ni percepción. En síntesis, las experiencias de asensibilidad forcluyen la representación cuerpo.



7-



Última abstracción de esta nota:
nombrar- cuerpo- Placer- displacer- deseo- angustia –falta

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Exisitir- más allá del ombligo d- asensibilidad- horror -goce - nada/todoel sueño







8
Recomendaciones y referencias bibliográficas

-para continuar pensando-



Freud, S. “La interpretación de los sueños” Tomos IV-V.(1900-1901) Amorrortu Editores.

Freud, S. “Revisión de la doctrina de los sueños” Tomo XXII. (1932) Amorrortu Editores.

Freud, S. “Observaciones sobre la teoría y la práctica de la interpretación de los sueños” (1922) Tomo XIX . Amorrortu Editores.

Freud, S. “Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto” (1925) Amorrortu Editores.

Lacan, J. Seminario Kanser, (1975). Universidad de Yale

Lacan, J. “El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica” (1954-1955). Editorial Paidós.

Lacan, J.“Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” (1964) Editorial Síntesis.

Nasio, J. D. “Lesiones Órgano” (1983). Grupos Clínicos de Bs. As.

Nasio, J. D. “El dolor de la Histeria” (1992) Editorial Paidós

Borges J. L.“Obras Completas” Emecé Editores. B. A.

Harari, R. “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, de Lacan: una introducción” (1986) Editorial Nueva Visión.

Savater, F. “Ética para Amador” (1991) Editorial Ariel

La Nueva Biblia Latinoamericana. (1971) Editorial Paulinas & Verbo Divino

Regnault, F. “Dios es Inconciente” (1985) Editorial Manantial.

Doltó, F. “Seminario de Psicoanálisis de niños 2” Editorial Siglo XXI

Doltó, F. “La causa de los niños”, 1986 Editorial Paidós

Saldaña, H. “Lovecraft: El señor de los Abismos”, (1996) Para entender a Borges Nro.3

Lemoine, E. "El block maravilloso" (1972) Ediciones Argonauta

Walser Robert “El paseo”- 1917- Editorial Siruela 2001

Le Poulichet, S “La obra del Tiempo en Psicoanálisis” Amorrortur, 1996.

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Comentarios al autor: vmalmsten@hotmail.com



Con-versiones, Agosto 2004, buenos aires.
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ph V.G> La Aurora , 2017

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