Monday, January 15, 2007

Comentario a Géminis-
mejor dicho, comentario a Cristina Banegas
por Vanesa Guerra

El personaje interpretado por Cristina Banegas descubre a sus dos hijos menores –Meme y Jeremías- enredados, sudados, gimiendo su joven sexualidad desde la planta alta de una casona adinerada, casi aristócrata.
El tránsito de La Banegas comienza en la planta baja, con la extrañeza de un sonido que no comprende; podría ser el agua en la ducha, el viento sobre los árboles o el mismo silencio denso de la soledad; luego, una inquietud la recorre, y la envuelve como si fuera un perfume que no se deja asir; mareada, como borracha de incertidumbre sube las escaleras que le van descifrando lo humano que se filtra en esos rumores que ya se descubren agitados, imposibles, enloquecidos, insoportables. La madre se detiene frente a la puerta y la cámara no se atreve a mirarla a los ojos; estática, la madre, ya es una sombra, una silueta negra recortada sobre la puerta, una espalda que apenas respira. Muda quiere irse, volver sobre sus pasos, intenta dar la espalda a la puerta entornada, pero es el mismo cuerpo, que tal vez ya no se deje sentir como propio, el que la lleva a tocar la puerta: una caricia lenta, definitiva, que la abre. En el silencio mordaz de lo que no comprende, en la agitación sorda de los hijos entrelazados y herméticos, la madre descompone el rostro: ahora es una mueca entre el horror y la nausea, una boca insondable, muda, que va a devorar todos los sonidos del mundo hasta devorarla a ella misma. Ahora ya no hay madre, ya no hay hijos. La película no logra su buen propósito, pero la escena de la Banegas es sublime, hondamente perturbadora. Me recordó a esa magnífica pintura: El grito.