Tuesday, February 04, 2014

El espejo

El espejo









Ese que lanza un misil sabe que el blanco final y perfecto será su mismísimo pecho. Encandilado de luces, confuso de estruendos en el frente o en el margen de su fe, ya no sueña sueños fugitivos por las noches, sino que repite –una y otra vez– involuntario, y de manera idéntica, lo ya vivido y oteado ni recuerda cuándo; de esa descomposición del tiempo en la intimidad de aquel que se lanza sobre sí mismo como si fuera un otro, de ese mismo vértigo que lo alimenta, lo inocula y lo excede, dijo una vez el poeta: cuando huyen de mí, yo soy las alas. Atrapado entonces en ese espejo que todo lo empareja no atina a reconocer que entre la vigilia y el sueño se ha disuelto una diferencia, se ha roto un límite protector, y que en esa continuidad extrema en la que es arrojado, la vida se amontona moribunda en un laberinto donde todo refracta igual –porque sigue ocurriendo el disparo y el misil como si nunca hubiera ocurrido o como si hubiera ocurrido desde siempre; en esa permanencia, sin corte ni jornada, la fiebre no baja y el desenlace no llega. Todavía no sobrevuelan los pájaros carroñeros, ni husmean dispares las jaurías diseminadas que espantan a los que imploran por volver, pero no será animal lo que acerque la tregua antes del fin; sólo será un aullar y el batir de alas acentuando un silencio más inhóspito que imperfecto lo que evidenciará que la tregua es el instante donde la luz se eclipsa y el espejo en lo oscuro no apisona, ni oprime un rostro sobre el otro rostro, tensión que compulsa, como por vez primera, a lanzar un misil.


Vanesa Guerra




Suplemento de cultura. Contratapa. 02-02-2014. Diario Tiempo Argentino