Saturday, September 17, 2011

Puentes en Manzo>>> V. Guerra

Puentes en Manzo


(sobre la serie Puentes de Gabriel Manzo)



Vanesa Guerra



Atravesando ese punto de oscuridad donde todo confluye,


están los mundos y las realidades


-Mariana Docampo




La magia llama a la felicidad.


El nombre secreto es, en realidad, el gesto con el cual la criatura es restituida a lo inexpresado.


-Giorgio Agamben







Hay cierta espesura que no sabe ni puede hacer su tiempo y espacio en el presente. Tal como ciertas formas del olvido que han sido la falencia y el dolor de almas más perdidas de extravío que exiliadas en desamparo. Y Manzo nos trae Puentes. Los trae porque sabe de tajos en la superficie, en la superficie anímica, tejido de subjetividades que amasan y construyen la historia, la propia y la ajena, la otra, otra que nos va entrelazando espíritu y obra, palabra y naturaleza, lengua y extranjería.



Somos, por condición, extranjeros en nuestra historia y en nuestra tierra, aun en nosotros mismos somos seres de exilio y refugio, y oteamos el abismo que nos separa de los sueños, de lo perdido, de lo esperado, de lo que no se comprende, de lo que se ignora. Esa forma del pasado nunca pasado, del pasado ya no vivido, del pasado que está por venir, hace espesura cuando el presente ha movido su punto de encaje y no aloja las reliquias inconclusas de otro tiempo, tiempo que late y chirria su presencia bajo leyes en desuso; esa hechura es una materia impedida; una materia truncada en su movimiento hacia nosotros.

Espesa materia nos merodea y de manera silenciosa nos orbita, habla con su lengua perdida como quien grita en una lengua muerta o quizá en una lengua no nacida.

Saber oir, darle escucha, hacerle espacio, espaciarse.

Esta sonoridad anida magia y vértigo.

Y Manzo nos trae Puentes.

Pues somos extranjeros en nuestra lengua.

Hay quien dice que la tristeza es hija de la impotencia y hay quien agrega que la impotencia es el dolor de entrar en el lenguaje, como quien abandona una magia anterior, un modo de la existencia cuya textura y materia tiene la forma de una felicidad que luego nos orbita, como un recordatorio extremo de haber sido otros. Estos “quienes” que dialogan consideran que la felicidad es huidiza no tanto porque no se deje atrapar sino porque no se puede decir, porque la traducción que hacemos de ella en nuestras ansiosas y crispadas lenguas se ve desbordada, y cada vez que se la nombra se la desordena, y finalmente se la descompone.

La felicidad está en la otra orilla, en la otra punta, en el borde mágico de la cosa que nunca muerta es bañada por el mar de la palabra. En ese borde mágico y abisal, Manzo construye puentes, los suspende entre territorios no tan imposibles como plenos de encantamiento y exceso.

Entonces, Puentes no sólo propone un tránsito, también asume el momento del encuentro.

Se dice que la felicidad no espera donde la buscamos, y aun se dice que la felicidad está siempre en otro lugar, en el lugar de la suerte, en el lugar de la magia, en ese lugar que despojado de palabras nos alivia con gestos, nos alegra de silencio y nos posibilita el arte.

Por eso,

hay quien comienza, hay quien se inicia, hay quien recibe y hay quien da.

Gracias Manzo.



Ver obra:

http://www.myspace.com/manzogabriel



texto tomado del Catalogo:

Puentes. Gabriel Manzo. Edición Caja Duero - 48 páginas. España 2010

Fotografía: Gabriel Manzo - Cándido Muriel

Expo: 11 de enero al 14 de febrero (prolongada hasta el 4 de abril de 2010, en Centro Cultural Caja Duero - Plasencia – Cáceres. España

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