Wednesday, January 22, 2014

Lo que cae > Vanesa Guerra


Lo que cae

vanesa guerra






Ante la nieve V busca capturar el movimiento, pero el movimiento es un sacudón, un cimbronazo, no hay foto que lo resista, la experiencia deshará la imagen como la nieve cuando se vuelva agua; entonces irá con esas manos que nunca reconoce propias a hundirlas moradas y enamoradas en la espesura fría que cobija el pie de esta frondosa mata de flores.
Ahora, en cuclillas bajo la nieve, el silencio es puro movimiento y la subyuga, pero ¿es el silencio lo que la somete?, ¿es el silencio lo que la resta del paisaje? Ese callar de sí es soportable porque está hecho de nieve que cae y levita y despierta una emoción que abre su tiempo al tiempo de los otros, tránsito que va de la soledad al misterio, y allí Sarduy: "la nieve crea un silencio particular, una calidad única de silencio, como una textura del vacío" luego, la quietud podría ser horrible, es el movimiento lo que nos salva, un silencio así siempre protege, pero un silencio inmóvil, sostenido día tras día, idéntico a sí mismo, podría ser imposible salvo cuando se torna insoportable. V quiere tomar esa foto, la que indica que la repetición del silencio en un punto es factible, que cierta repetición fagocita las diferencias, que algunos saben muy bien cómo invisibilizar el resto, cómo forcluirlo o exterminarlo de una forma masiva; esa es la foto que no da tregua, la que ahoga el pliegue y aplana la textura, esa es la foto que algunos tienen incrustada en la piel como un tatuaje del espanto que sólo el tiempo en la vejez de los cuerpos apenas estira o aja en alguna arruga.


Publicado en Tiempo Argentino. Suplemento de Cultura.

http://tiempo.infonews.com/2013/12/14/suplemento-cultura-115006-lo-que-cae.php


Lo que cae. Vanesa Guerra

Experiencia del exceso <<>> Vanesa Guerra.

La real experiencia del exceso

vanesa guerra




En la noche el agua redobló el caudal y entre espesura y oleaje superó el metro treinta adentro de la casa. Eso, que invade y hiede, arrasó con mis libros buenos, los que necesito con premura a cualquier hora, los que no anidan ni muy bajo ni muy alto, los que dan a la cintura y al pecho.


Inundarse es la experiencia real del exceso, de lo que no cabe e insiste. Cuando nos toma el amor nos inundamos; cuando lo perdemos, también. Son excesos de falta y excesos de sobra, las diferencias son sutiles y en ellas el desorden íntimo se activa y despliega su potencial para descomponer el límite protector. Y quedamos a la intemperie. Expuestos.

¿Pagarían por centímetro inundado? ¿Cuál es la medida del dolor? El dolor no es por el libro, que tampoco se reconoce, no es por el objeto amado y besado. El dolor es la pérdida material de aquel encuentro, anotaciones vertiginosas que anochecerán con el olvido; trazos con los que he vuelto a dialogar en el suceder del tiempo.

En esta deriva incómoda –pareciera que me voy borrando– hasta el malestar es una emoción mundana. Estoy ligera; ya quisiera perderlo todo. Mis referentes fueron anegados –el agua es terrible cuando no apaga la sed, cuando no limpia ni bendice–. En estos días asisto a las huellas de lo que fui. Y en lo que ha sido mi casa, Washington y Besares, Saavedra, las notas en esos libros secan su voz buscando el sol del otoño, desde ventanas inconclusas, oreándose entre rejas, y casi indescifrables, arañan, la reescritura de lo que se ha ido.



Barrio de Saavedra, 
Washington 4214; esquina Besares.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 2013.


publicado en
Diario Tiempo Argentino:

http://tiempo.infonews.com/2013/05/12/editorial-101715-la-real-experiencia-del-exceso.php

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Garantía (bs.as.) vanesa guerra



Garantía
vanesa guerra






Sé de otro, lejano para Sindhu, donde no sólo el agua falta 22 horas por día como sucede en el corazón averno de la India. En ese otro vive Jészu, que no gusta del baño y abusa de un perfume que es chicha y es limonada; ayer nomás ayudó a su padre a quemar pira de gomas para cortar la Juan B. Justo. Las llamas en la noche lo emocionan, aunque el agua falte, la luz insista negada y las boletas trepen al cielo espeso como ceniza imposible de plástico no reciclable. Para Sindhu todo llega al cielo: las flores que despiden a los muertos, las habas que fueron almas, las penas que infligen demonios confusos, los elefantes de piedras preciosas y orondas diademas de tules que enmoñan orejas que persiguen escoltas ratas santas, esas que avanzan peregrinas desde el Ganges hasta el Karmi Mata y que a buen ojo de un tercero no son muy diferentes a las que brotan del Maldonado y del Riachuelo y conquistan gloriosas y robustas las antiguas veredas de San Telmo bajo estrellas sureñas que refulgen rotundas en pelajes taciturnos, retretes fortuitos y bolsas de basura que un camión de madrugada pisa, convida y despilfarra. Jészu cree que todas las ratas del mundo son familia, que hermanan todas en misma lengua, que merecen la caricia del distinguido y el beso húmedo del dueño de los aguateros. Agua va bajo la tierra fecunda que salva distancias, que enlaza hombres e ideas y todos en todos somos uno en ella. La Rata es dios, suspira Jészu en la noche, hija del agua buena y pestilente, lucero del nuevo tiempo, garantía de la sed que está por venir.




+ publicado en http://tiempo.infonews.com/2013/04/07/suplemento-cultura-99616-garantia.php

diario Tiempo Argentino. Suplemento de Cultura. Contratapa

Kumbhamela Festival<<>> Vanesa Guerra

KUMBHAMELA
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En Kumbhamela los santos terrenos enloquecen de esperanza; piadosos embadurnan sus cuerpos con cenizas de muertos y bajo albas peregrinas se aprietan entre millones que liban, lamen, gritan, y zambullen espíritu y carne para liberación de 88 generaciones venideras. 
En la confluencia del Ganges y el Yamuna el gentío inúmero implora y el caudal revoltoso llevará la pena. 
Allí el Sadhu lava el futuro, lo resguarda bajo pétalos frescos, lo susurra, lo adora y lo hace lucir inmenso en el cuerpo extasiado de mantras, excrecencias, elefantes, monos y sombrillas. 
El hombre santo no ve a quien lo mira: el tiempo nunca está de frente, es recorte de cristal en la vidriera de otros ojos. 
Ese hombre que dio lo suyo al río ya no reconoce pesar ni rostro en el espejo. 
Vacío de nombre es cuenco nuevo para colmarse del barro confuso de los días. 
Sabe que nada es profano, lo muerto y lo vivo habita la misma cosa y en su práctica atávica la necrofagia ilumina; mientras el delfín ciego de la India nada entre cadáveres y flores –que no come, no–, el Sadhu Aghori, vaciado de dolor y aterido de fe, atiende al sabor final del fuego y del agua en los restos y cenizas de una pira en otra orilla.


vanesa guerra












* publicado en Tiempo Argentino. Suplemento de cultura. Contratapa
http://tiempo.infonews.com/2013/10/06/suplemento-cultura-110664-kumbhamela.php
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