La real experiencia del exceso
vanesa guerra
Inundarse es la experiencia real del exceso, de lo que no cabe e insiste. Cuando nos toma el amor nos inundamos; cuando lo perdemos, también. Son excesos de falta y excesos de sobra, las diferencias son sutiles y en ellas el desorden íntimo se activa y despliega su potencial para descomponer el límite protector. Y quedamos a la intemperie. Expuestos.
¿Pagarían por centímetro inundado? ¿Cuál es la medida del dolor? El dolor no es por el libro, que tampoco se reconoce, no es por el objeto amado y besado. El dolor es la pérdida material de aquel encuentro, anotaciones vertiginosas que anochecerán con el olvido; trazos con los que he vuelto a dialogar en el suceder del tiempo.
En esta deriva incómoda –pareciera que me voy borrando– hasta el malestar es una emoción mundana. Estoy ligera; ya quisiera perderlo todo. Mis referentes fueron anegados –el agua es terrible cuando no apaga la sed, cuando no limpia ni bendice–. En estos días asisto a las huellas de lo que fui. Y en lo que ha sido mi casa, Washington y Besares, Saavedra, las notas en esos libros secan su voz buscando el sol del otoño, desde ventanas inconclusas, oreándose entre rejas, y casi indescifrables, arañan, la reescritura de lo que se ha ido.
Barrio de Saavedra,
Washington 4214; esquina Besares.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 2013.
publicado en
Diario Tiempo Argentino:
http://tiempo.infonews.com/2013/05/12/editorial-101715-la-real-experiencia-del-exceso.php
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